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lunes, 29 de octubre de 2007

LAS FUNCIONES DEL ARTE


LAS FUNCIONES DEL ARTE

Por Fernanda Cornejo



Antes de abocarnos en las funciones del arte, es pertinente que dejemos en claro dos premisas que guiarán nuestro trabajo. Como primera premisa consideraremos al arte en su sentido más genérico como una habilidad inherente al ser humano, por consiguiente, es desde momentos prístinos de nuestra civilización que encontraremos indicios de actividades artísticas. No obstante, cuando hablamos de habilidad también lo estaremos haciendo de intencionalidad, por que una obra de arte siempre tiene tras de si una intención que la originó, por consiguiente, respondía a una función específica en un momento determinado.
Sin embargo, no se acudirá a la distinción formulada por Gombrich entre las artes con A mayúscula o las artes con a minúscula, sino, que simplemente se entenderá por éstas la habilidad originada de una intención, o sea, que persigue un fin mayor, no simplemente el arte por el arte.

Como segunda premisa y guiándonos por Néstor García Canclini, quien señala que “[…] el objeto de estudio de la estética y de la historia del arte no puede ser la obra, sino, el proceso de circulación social en el que sus significados se constituyen y varían”. Con esta cita queremos dejar en claro que el objetivo que nos plantearemos en esta investigación no serán las obras de arte por si solas, sino, en interacción con la sociedad, que es la que la interpreta revistiéndola de un lenguaje simbólico.

Por consiguiente en este capítulo nos hemos planteado como objetivo poder dilucidar cuales son las funciones que cumplen las obras de arte o las actividades artísticas en la sociedad.

Para ello es pertinente que dejemos en claro desde un primer momento que es lo que entenderemos como funciones del arte. Éstas consistirán fundamentalmente en la tarea que le corresponderá realizar a las artes dentro de la sociedad, ya que como Panofsky ha proclamado “[…] la historia del arte no es concebible, en su más alto sentido, sin una abierta y generosa relación con la historia íntegra, con la teoría y la estética, con la filosofía y la cultura toda”. Ya que las obras de arte deben ser entendidas como construcciones sociales.

El planteamiento de este autor en cuanto a la historia del arte nos señala como principal meta superar el reduccionismo de remitirse únicamente a las formas de las obras como se venía haciendo hasta entonces, principalmente con Wölfflin como principal exponente, en cambio se puede decir que Panofsky aboga más bien por una visión integra de la obra de arte, por consiguiente teniendo en cuenta algunos elementos indispensables para la comprensión de éstas, como son el contexto social e histórico en el que fueron llevadas a cabo, además de conocimientos previos sobre el artista para así comprender sus motivaciones.

La posición que nos plantea Panofsky es ampliamente compartida por otros estudiosos del arte, como es el caso de Herbert Read quien concuerda en el rol social de las obras de arte ante lo que manifiesta que éstas son “[…] un proceso formativo que ejerce influencia directa tanto sobre la psicología individual como sobre la organización social” . En tanto, David Herrero también comparte dicha posición ante lo que fundamenta que “La obra de arte guarda relación con los factores sociales, religiosos, políticos, económicos y culturales de todo tipo que caracterizaron el período en que vivió el artista”. Como ya se nombró anteriormente García Canclini también se suma a lo expuesto por estos autores al atribuirles un carácter eminentemente social a las obras de arte.

Para resumir resulta sin duda ser de vital importancia la consideración de los factores endógenos y exógenos que rodean tanto a la obra como al artista, principalmente los endógenos, ya que nos hablan del contexto histórico en el que le correspondió desenvolverse. Por lo que, si nos proponemos interpretar o tratar de hacer hablar a una obra de arte, resulta imperioso el que nos planteemos como requisito partir nuestro análisis desde un enfoque interpretativo contextualizado.


Aspectos teóricos-conceptuales para comprender las funciones del arte

Para cumplir con el objetivo que nos hemos planteados, en primer lugar, es ineludible que conozcamos e interpretemos las obras, en cierto modo que las hagamos hablar, para poder sacar a relucir cual fue el objetivo que se planteó el artista y, así comprender la función que dicha obra vino a desempeñar.

Para cumplir este acometido deberemos valernos de ciertas herramientas que nos entrega el estudio de la historia del arte, y es en esta línea que nos plantearemos como tesis fundamental de este capítulo, la existencia de una función primigenia en el arte, la función semiótica, para cuya definición nos hemos basado en el concepto de Umberto Eco el que nos expresa que “Existe función semiótica, cuando una expresión y un contenido están en correlación y ambos elementos se convierten en funitivos de la correlación”. Lo anterior consiste en la implantación de un análisis prácticamente lingüísticos de la obras, ya que la correlación que se pretende establecer es entre la imagen visible o forma de la obra con el contenido de la misma, para poder interpretar que fue lo que quiso comunicar a través de la lectura que podamos hacer entre el asunto y contenido de la obra, en base a los símbolos presentes en ella.

Pero precisemos un poco más el por que del concepto de función semiótica, en primer lugar, porque éste se plantea como objetivo el estudio de los signos, por tanto, del significado y los mensajes ocultos de las obras. Será esta función simbólica del arte la que nos abrirá las puertas para poder dilucidar las demás funciones que se le pueden atribuir al arte, en tanto, se constituye en nuestra puerta de entrada para la interpretación de las obras de arte, de ahí su importancia como función primigenia. O como nos plantea David Estrada Herrero en su libro Estética “Más que en el concepto de símbolo, la problemática semiótica se polariza naturalmente en torno a la función y significado del signo”.

Concordando nuevamente con Panofsky veremos que los estudios no se limitarán a hacer hablar o crear un lenguaje dentro de la obra de arte entre el contenido o asunto y la forma o imagen, sino, que también deberemos interpretar a través de la búsqueda de patrones comunes dentro de las obras lo que nos hace presuponer la existencia de un lenguaje simbólico, que es importante descubrir para entender cuál es discurso que se pretende trasmitir, además de poder iluminarnos acerca de aquellos elementos de continuidad o ruptura presentes en las obras.

Lo expuesto hasta el momento no hace más que determinar lo que constituiría una correcta interpretación de una obra de arte, para conseguir una explicación valida de lo que se esta observando lo que se constituye en lo que se denomina dentro de los estudios de Historia del Arte como iconografía. Para precisar un poco más el concepto Panofsky en Estudios sobre Iconología nos señala que “El asunto por sí mismo, cuyo desciframiento es primario para la plena inteligencia de la intención expresiva, da lugar al estudio que llamamos iconografía, que intenta leer correctamente la representación misma y proponer su explicación adecuada”.

Hasta ahora nos hemos referido principalmente a aquellos aspectos más bien teóricos que fundamentan el camino que debemos transitar para la interpretación de las obras. Sin embargo, nos proponemos aterrizar lo visto hasta el momento: en primer lugar estableceremos funciones generales del arte; en segundo lugar pretendemos atribuir ciertas funciones a períodos específicos de la historia y, finalmente concluiremos dando a conocer las funciones que adoptarán las manifestaciones artísticas durante las décadas del sesenta, setenta y ochenta en Chile, con el objetivo de poder ver si en la práctica se logra establecer lo que han manifestado hasta ahora los autores. Que el arte al ser un fenómeno social dependerá estrechamente del contexto histórico en el cual se encuentra inmerso adquiriendo determinadas connotaciones características de determinados períodos.

Siete grandes funciones del arte

Como ya se ha señalado en párrafos precedentes es importante que antes de abordar funciones más específicas del arte no olvidemos que en primer lugar cumple una función social que se deriva de su función primigenia la función semiótica ya que la función social se materializa a través de esta última, en virtud de que a través de la interpretación de sus símbolos da cabida a entender lo que somos como cultura y sociedad.

Continuando, Panofsky nos establece que “Todos los objetos creados por el hombre son de dos clases: a) vehículos de comunicación, b) utensilios o instrumentos. Pero ambas cosas pueden ser, a la vez, obras de arte”. Es importante precisar que tanto los vehículos de comunicación como los utensilios responden primeramente a una “intención”, en el caso de los vehículos de comunicación será la transmisión de un concepto, mientras que en los utensilios la intención que subyace a este objeto fabricado es el cumplimiento de una función, como por ejemplo la luz roja del semáforo, cuya función indica que debemos detenernos, o como el Panteón que en sus orígenes fue creado para que cumpliera una función, lo que no resta que actualmente sea denominado como “estéticamente experimentados” .
Por consiguiente, indistintamente una obra de arte puede ser tanto vehículo de comunicación como utensilio, no obstante, estableceremos que las obras de arte como pinturas, esculturas, piezas musicales se constituyen como medios de comunicación, por tanto, estéticamente experimentados, ya que trasmiten un concepto, si este es comprendido podremos decir que el vehículo cumplió su fin. Como se dijo en un comienzo que toda obra tiene intencionalidad por consiguiente hay algo que desea trasmitir y su medio será el arte.

Por consiguiente, estableceremos que la función comunicativa es una característica intrínseca de las obras de arte, en tanto, que son vistas como el medio de comunicación alternativo del que se valen los artistas para mostrar su arte el cual es utilizado con el fin de comunicar algo que no necesariamente se ve a simple vista sino que se hace necesario observar y analizar los símbolos y signos presentes en la obra para tratar de establecer la función semiótica que en ella subyace.

Muy de la mano con la función anterior esta la función discursiva del arte, este se constituye como trampolín o podio discursivo, puede existir un discurso que necesita ser legitimado y no encuentra mejores herramientas que las obras de arte, ya sean auditivas o pictóricas.

Estas funciones desencadenarán inexorablemente en la función política, como fue en el caso de Hitler que se valió del cine, una de las expresiones de arte visual para dar a conocer y legitimar su discurso, puesto que los nacionalismos del siglo pasado resultan impensables sin la imagen. Es aquí cuando las manifestaciones artísticas comienzas a ir de la mano o se comienzan a conjugar con el poder, explico, existirá un arte institucionalizado generalmente el de quienes ostentan el poder (político-económico), en tanto, por otro lado existirán quienes también buscan ese poder pero valiéndose de aquellos medios no institucionalizados para dichas practicas, quienes buscando lugares alternativos será denominados como vanguardias.

Esta ligazón que existe entre arte y política, adquirirá una nueva función para el caso de Chile, y por que no decirlo también para Latinoamérica, cabe la pregunta que tienen en común ambas realidades, principalmente un pasado golpista que hace que la conjugación arte-política cobre una nueva función. La función contestataria, porque ambas realidades encuentran en el arte la posibilidad de manifestarse en contra de lo que esta aconteciendo en sus países, actúa en contra del gobierno, como una protesta silenciosa.

Quizá el impacto y la facilidad con que sean utilizadas las obras de arte se deba principalmente a que una imagen vale más que mil palabras, de hay la importancia de las artes visuales puestos que son masivas, en la práctica la gente es capas de retener con mayor facilidad algo que observó a algo que escucho a medias.

En las obras de arte también podemos encontrar una función histórica ya que como nos señala Panofsky “[…] un historiador del arte es un humanista cuyo lo componen aquellos testimonios o huellas del hombre que han llegado hasta nosotros en forma de obras de arte”. Para comprender el porque de la funcionalidad histórica nos basta con entender a las obras de arte como aquellas fuentes primarias, que le sirven tanto al historiador como a cualquier persona en común para conocer el pasado e interpretarlo, sus formas de vida, sus consignas, ya que se encuentran inmortalizados viendo como transcurre el tiempo a sus pies, con el objetivo de que las interroguemos sobre aquellos períodos en los cuales tuvieron nacimiento.

También podemos encontrarnos frente a una funcionalidad educativa, puesto que las imágenes resultan ser mucho más claras y representativas de un período en muchos casos más que las lecturas, esto principalmente enfocado hacia el que aprende.

No obstante, “El arte puede sin duda enseñar, pero generalmente no de forma explícita”. Ya que las obras tienen una intencionalidad, pero hay que descubrirla e interpretarla, aunque a lo largo de la historia se han destacado una serie de cultura por poseer un arte eminentemente didáctico como es el caso del arte egipcio. En Chile también un tipo de arte terminó por constituirse casi en una escuela donde cada artista tenía un papel asignado dentro de las funciones de la obra, las brigadas muralista, hicieron escuela en las calles de Chile, como fue el caso de la Brigada Ramona Parra que con anterioridad al golpe de Estado de 1973 se tomo de las calles para plasmar su arte, el que sin lugar a dudas era de propaganda en apoyo a la Unidad Popular. Las obras de este período se pueden encontrar en torno al río Mapocho, en el Hospital del Trabajador, en la Municipalidad de San Miguel entre muchos otros lugares.

Quizá se preguntarán por la función religiosa la que sin lugar a dudas cobra gran importancia a lo largo de la historia pero principalmente en la edad media, aunque también en la prehistoria, por lo que preferimos dejarla para ser abordada cuando estemos viendo las funciones específicas por periodos históricos.

Funciones del Arte en los distintos periodos históricos

Nos proponemos hacer un recorrido histórico para poder comprender que estas funciones no han sido estáticas sino muy por el contrario respondiendo a las necesidades del hombre, en distintas épocas, estas funciones irán cobrando distintos matices. Hay que advertir que este recorrido histórico es bastante breve, ya que su objetivo primordial es evidenciar los cambios del arte en algunos períodos históricos.

Partiremos como es costumbre con el arte rupestre de la prehistoria, en este período nos encontramos con obras de arte plasmadas en las cuevas como la de Altamira en España donde es posible observar los primeros indicios de una función artística, el hombre dotado de una habilidad específica para poder plasmar episodios de su vida los que tenían un valor predictivo.

Se ha llevado a la conclusión que la función que originó aquellas monumentales obras consistía en la necesidad de poder satisfacer una necesidad vital como es la alimentación, puesto que al dibujar un hombre cazando un animal, creían en la funcionalidad predictiva de dicho dibujo. Ante lo cual Herbert Read, nos plantea que “Por la representación simbólica de un acontecimiento cree el hombre primitivo que puede asegurar la incidencia real del acontecimiento” . Sin embargo, es importante precisar que si bien es cierto estamos hablando de una función predictiva, esta no es la función primigenia en si misma, ya que responde a un impulso mayor que es el de la creencia en algo superior por lo que la función en primer lugar será religiosa para desencadenar en una función predictiva basada en la creencia de algo superior que puede incidir en los sucesos posteriores.
Es importante que realicemos un paréntesis explicativo y que no caigamos en el error de establecer estos tiempos históricos como si fuesen una sucesión cronológica exacta, puesto que no es posible ya que el arte rupestre debe de ser considerado como un punto a parte. Según Gombrich entre lo acontecido en las cuevas de España y Francia y los períodos posteriores no existe una ilación que permita vincular aquellas manifestaciones con las que sucedieron con posteridad. Sin embargo, el continúo si se establece con las manifestaciones que tuvieron lugar desde Egipto, Mesopotamia y la Isla de Creta, hacia la cultura occidental.

Es recién con el advenimiento del arte de las culturas antes mencionadas que se puede establecer una ligazón entre maestros y herederos de su cultura en general como en el caso específico de las manifestaciones artísticas, hecho que sucedió principalmente entre el transporte cultural y artístico entre la Isla de Creta y el mundo Heleno del continente.

Los egipcios fueron una cultura sin precedentes a nivel de construcciones de arte en lo que Gombrich ha denominado arte para la eternidad. La función principal del arte en Egipto era perpetuar la imagen de aquellas personas importantes como era el caso del Faraón y su familia con el objetivo de inmortalizar su imagen para la posteridad, a través de la grandiosidad de las obras dejadas en la tierra.

También se la atribuye una función educativa a las misma obras monumentales como eran las pirámides y las tumbas reales, puesto que dentro de dichas tumbas estaba grabada en los muros la vida de la persona que se encontraba es ese lugar, lo interesante es que para realizar esa ilustración se había acuñado un lenguaje de símbolos que eran comprensibles para todos por que ya formaban parte de su acervo cultural.

En el Mundo Clásico el arte había evolucionado importando mucho más las formas lo estético por sobre lo simbólico, están más destinadas a satisfacer determinados placeres a la vista, por tanto, tienen que ser armónicas, y bellas. Para ratificar lo expuesto Demócrito señala que “[…] para la clasificación de las artes: unas tienen por meta la satisfacción de las necesidades de la vida, mientras que otras sirven para proporcionar determinados placeres”. En este aspecto, al parecer ellos se inclinaban más bien por lo segundo, su función por consiguiente era más estética.

No obstante, de igual forma es posible encontrar cierta funcionalidad como lo señala David Estrada en su libro Estética “Según Posidonio, el maestro de Cicerón, las artes ayudan al hombre a salir del estado de salvajismo y constituyen la posibilidad misma de una conducta ética y una felicidad auténtica”.
El mundo clásico consideraba que las artes es lo que separaba a los salvajes de los civilizados puestos que quien era capaz de llevar a cabo alguna obra artística era por consecuencia una persona desde un punto de vista ético superior.

En el medioevo presenciaremos un arte encaminado hacia lo religioso, donde su principal función será simbólica, puesto que busca representar la espiritualidad de la religión y los misterios de la misma. En las obras se representará comúnmente las imágenes de santos, vírgenes, de cristo y de Dios, siendo los símbolos más frecuentes la cruxificción y la paloma (espíritu santo), por nombrar algunas.

Por otro lado en el medioevo las imágenes también vendrán a cumplir un fin educativo, puesto que los instruirán en la religión y en el temor a Dios, ya que uno de los objetivos que se persigue es poder dominar de mejor forma la expresión de las imágenes, con el objeto de que provoquen los efectos esperados, el temor a dios.

David Herrero nos señala ante esto que “En el cristianismo, el arte, más que una imagen más o menos mimética de la realidad, es considerado como un medio de expresión de la realidad espiritual que subyace al orden creado y a la esfera de la gracia. El arte se hace, pues, simbólico y ejerce, además una clara función litúrgica y didáctica”.


Funciones del arte en Chile

Poder dilucidar cuales son las funciones del arte presentes en Chile, no es tarea fácil, pues no es posible encontrarlo en ningún libro de arte a cerca del tema, por que no los hay específicamente, a nivel general la literatura que existe acerca de arte en Chile aborda más bien temáticas relativas a la pintura de los cuadro, siendo publicaciones como las de coloquios o estudios paralelos las que contemplan las temáticas no incluidas en la literatura de arte tradicional.
No obstante, estas publicaciones de coloquios, seminarios o estudios, no abordan el arte desde un punto de vista teórico-conceptual como análisis de las obras, sino, que más bien tratan ejemplos concretos de las manifestaciones artísticas que han tenido lugar en períodos históricos determinados, es por eso que estos escritos se constituirán en nuestra fuente primaria, ya que abordan ejemplos de las manifestaciones artísticas que han tenido lugar en nuestro país, por lo que sin lugar a dudas gracias a estas publicaciones nos resultará menos azaroso el poder señalar cuales son las funciones del arte en Chile.

No pretendemos abarcar toda la historiografía del arte chileno, sino, que nos remitiremos específicamente al período histórico que nos interesa para los fines de nuestra investigación; las décadas del sesenta, setenta y ochenta.

Como lo hemos venido señalando a lo largo de este escrito es imperioso que no dejemos de lado para este estudio el contexto histórico en el que se desenvolvieron dichas manifestaciones, ya que éste aspecto nos dará el punto de partida para comprender las funciones que adoptará el arte en estas tres décadas.

A priori también es importante señalar que si en apartados anteriores nos remitimos casi únicamente a las artes con A mayúscula, para el caso puntual de Chile incorporaremos otras manifestaciones artísticas a este análisis, como son la música popular, los murales y las fotografías entre otras.

Para contextualizar un poco el período de estudio nos basaremos en una cita de Gaspar Galaz en el Coloquio de Arte y Política “En otras palabras, a la primera etapa del informalismo chileno, del 60 al 63, corresponde al desmantelamiento de la estructura del cuadro, apuntando a la oscuridad de sentido que tiene en ese momento la pregunta por el significante. La segunda etapa, --es decir, el post-informalismo, desde el año 64 en adelante—corresponde al momento en que la relación arte/política se convierte en la causa eficiente de muchos de los trabajos del artista comprometido y militante”.

Lo que Gaspar Galaz nos esta queriendo decir es que a inicios de la década del 60 asistiremos al fin del cuadro como figura artística por antonomasia, el que no daba cabida a un análisis exhaustivo de la obra al preguntarse por lo que quería dar a conocer. Sin embargo, el autor manifiesta que en la década del 60 comienza a tener lugar un movimiento denominado informalismo cuyo mayor exponente será el grupo Signo el que forma parte de la vanguardia chilena que se caracterizó por “[…] fomentar una crítica tanto de la representación estético-plástica, acorde a la modernización política visible en el contexto social” .
Por lo que será posible evidenciar en cuyas obras mayor contenido, el que se vera profundizado principalmente con el advenimiento del año 64 quizá coincidente con las elecciones que dieron por victorioso a Eduardo Freí Montalva y que motivaron nuevos impulsos en los partidos de izquierda. Por ende, el año ‘64 el arte adquirirá mayor significación por que según lo que señala el autor es desde este momento que el arte se constituye como herramienta política, social y militante.

Funciones auditivas

Como ya se ha señalado las manifestaciones artísticas acaecidas principalmente en la década del sesenta como es el caso de la música, se encontrarán caracterizadas por una función social del arte, muy significativa por lo demás.
A este respecto Gabriel Salazar nos señala que “Probablemente la resurrección de la música social del bajo pueblo habría sido un fenómeno aislado, de investigación universitaria o de aventurerismo musical solista, de no haberse dado, contemporáneamente, una necesidad política de exaltar lo nacional frente a lo extranjero y, por otro lado, una necesidad social de plantearse autónoma y críticamente frente a la dominación. Ante esa doble necesidad, los jóvenes respondieron diferenciadamente: algunos dieron vida al “neofolklore nacionalista”, y otros, a lo que fue la “nueva canción chilena”.

Quizá en el período de estudio que nos hemos planteado, más que en ningún otro cobrarán en el arte tanta importancia las funciones sociales y políticas implícitas en los productos artísticos, configurándose en las funciones ejes para poder explicar las manifestaciones artísticas a lo largo de este período.

Según Gabriel Salazar este transito desde lo social a lo político se dio de la siguiente manera “Si la música del bajo pueblo (folk) se ha caracterizado siempre –como se dijo- porque tiende a acompañar “los trabajos, las luchas y los días” de los hombres y mujeres de condición modesta u oprimida para revitalizar su energía histórica, la NCCH [nueva canción chilena] tendió a hacer lo mismo, sólo que con una tendencia cada vez más explícita y directa a revitalizar la lucha política y a comportarse como un instrumento cultural de una determinada militancia histórica”.

En tanto el tránsito de la música como manifestación artística en su origen como función social, fue decantando para ir adquiriendo con el tiempo ribetes más políticos hasta constituirse en característico de una militancia en específico.

En los inicios de la nueva canción chilena la vinculación política con los partidos de izquierda no era aun muy clara, hasta que se comenzó a vincular a la música principalmente la de Víctor Jara como una manifestación política en apoyo a Salvador Allende.




Funciones pictóricas

Sin embargo, en el caso del muralismo la vinculación política con el arte, será mucho más palpable, además con anterioridad a la elección del 70 los partidos de izquierda ya se habían apoderado a través de las artes de los únicos medios que tenían a su disposición, la calle, era el medio que le dejaba la sociedad no concientemente para plasmar su opción política, ya que los otros espacios se encontraban ocupados por quienes detentaban el poder de los medios de comunicación por lo que les era casi imposible acceder a ellos.

En este período también nos encontraremos con otras manifestaciones artísticas como los murales, en el que al igual que en el caso anterior encontramos que tienen lugar tanto la función social como política del arte sin embargo se le atribuirán tres funciones anexas; una función de colectivo social, una educativa y una ideológica. El muralismo responde a la tendencia vanguardista desde este punto de vista, es que busca lugares alternativos a los consagrados para las obras de arte para mostrar sus obras en paralelo, a las del arte consagrado.

Antes de analizar estas funciones es pertinente que primero nos remitamos al lugar donde se desempeñaran estas obras, la calle, ¿dónde radica la importancia del lugar?, en el hecho que este se constituye como un nuevo escenario político donde tendrá cabida la actividad cívica fuera de los lugares formales destinados para dicho fin.

Tampoco es menor, que la calle sea en lugar por antonomasia del que se tomaran quienes no ostentan el poder.
Por lo que Gabriel Salazar nos señala que “Ser joven universitario a partir de 1950 fue, sobre todo, vivir la experiencia de tomarse la calle, ya no desfilando con disciplina miliciana (como en los 30’), o en carnavalescas murgas bohemias (como en 1915), sino para gritar, a la vez, críticas y alternativas. La calle como “espacio ciudadano”, único lugar donde cabe anunciar el advenimiento de una nueva etapa de la historia”.

Los murales como ya se mencionó contendrán tanto la función política como social, mientras que por otro lado tendrá una función de colectivo social, ya que se hacia necesaria la existencia de un gran número de personas para llevar a cabo aquellas obras donde cada uno de los integrantes tenía una función específica. Además a este tipo de arte es posible atribuirle una función educativa, en primer lugar enseñaba a pintar de hay nacieron algunos artistas, pero también educativa puesto que se les enseñaba un nuevo lenguaje simbólico, sin por ello dejar de lado el adoctrinamiento político que tenían implícito dichas obras.

La importancia del muralismo para el arte es que nos brinda la posibilidad de realizar un análisis semiótico de la obra, para así poder comprender que fue lo que quiso comunicar el autor. Obviamente dicha interpretación deberá contextualizarse en un período en específico para así poder comprender los aspectos sociales, políticos que tendrán, lugar.

Ambas manifestaciones siguieron estando presentes, pero el contexto histórico cambio, por ende, las funciones que se habían propuesto también evidenciaron cambios, de igual forma seguía estando la función social dentro de las más importantes, la función política se exacerbó cada vez más, y nacieron funciones nuevas, ya que este tipo de arte que tenía lugar en las calles o con gran cantidad de participantes comenzó a ser visto como la disidencia, puesto que ya no se hacia propaganda para la candidatura de Allende, ni mucho menos se encontraban siendo parte del gobierno, en estos momentos eran sindicados como manifestaciones contestatarias.

Lo que aconteció con el advenimiento de la dictadura del General Pinochet se puede resumir en la siguiente cita “El golpe militar del año 1973 implicó una violenta interrupción del arte comprometido precedente. La reforma a nivel estético y político que había definido el arte moderno en su acepción local, expresada en la utopía vanguardista de una fusión entre arte y política, arte y sociedad, fue decididamente exterminada por la restauración conservadora impuesta por el régimen militar. En este sentido, el golpe significó una violenta ruptura respecto del devenir del arte moderno en Chile” .

En este período “Es que el artista visual quiere convertirse en el portavoz de la disidencia; quiere ser reconocido como una pieza clave en las modificaciones y la toma de conciencia de los nuevos tiempos. La producción artística, como factor de cambio, es tal vez la última utopía de una modernidad epigonal”.
Como ya lo mencionamos anteriormente con el grupo Signo a comienzo de la década del 60 vemos como el arte comienza a manifestar una serie de cambios, se va haciendo cada vez más conciente de su función social, pero sin lugar a dudas es en los años de dictadura donde los exponentes del arte nacional se darán cuenta que tienen en sus manos una herramienta de protesta en contra de lo que estaba aconteciendo en el país.

El artista queriendo ser un activo personaje político y social, es que le atribuirá a sus obras un carácter de denuncias, por ejemplo, como los hicieron con el grupo CADA en revistas donde a través de la fotografía de una viuda, daban a conocer lo que estaba sucediendo a en país, que la gente estaba muriendo. O con publicaciones a las afueras del Bellas Artes, queriendo señalar el carácter disidente de su arte.

Continuando con el período de la dictadura de Augusto Pinochet, tendrá lugar una nueva funcionalidad en el arte, la que denominaremos función contestataria, período en el cual tanto el arte como la ideología serán tildados de subversivos, como ya se señalo este será un función característica tanto de Chile como de América Latina, por poseer ambas un pasado golpista, lo que llevo a refugiarse en el arte como bandera de lucha para hacer frente a la represión.

A finales de la década del 70 y comienzo de la del 80 tiene lugar el nacimiento de la Escena de Avanzada Nelly Richard autora del término, lo definió de la siguiente forma “Una escena llamada “de avanzada” que se ha caracterizado por haber extremado su pregunta en torno al significado del arte y a las condiciones límites de su práctica, en el marco de una sociedad fuertemente represiva. Por haberse atrevido a apostar a la creatividad como fuerza disruptora del orden administrativo en el lenguaje por las figuras de la autoridad y sus gramáticas del poder. Por haberse propuesto reformular el nexo entre arte y política fuera de toda correspondencia mecánica o dependencia ilustrativa, fuera de toda subordinación discursiva a la categoría de lo ideológico […]”

La definición que nos entrega Nelly Richard a cerca del concepto de escena de avanzada, resulta ser bastante clarificadora a cerca de lo que estaba aconteciendo en este período, pero, sin lugar a dudas lo que resulta ser más interesante es la propuesta de tratar de hacer frente a la dictadura a través de la creatividad artística, toda manifestación artística conlleva tras de si creatividad, pero lo original es invertirla en hacer una guerra simbólica.

Con anterioridad señalé que las dos funciones más importantes que tuvieron lugar en el arte chileno fueron la función social y la función política, pero sin lugar a dudar a estas dos subyace una función simbólica, que es capas de ocultar tras de si un discurso que serán capaces de entender quienes interpreten dichos símbolos, por que la actividad muralista chilena es prioritariamente discursiva, por que se sustenta en un discurso coherente con sus manifestaciones. Por consiguiente se deriva otra función del arte, la función de protesta silenciosa, no es una protesta que se grite a los mil vientos pero esta hay para ser escuchada.

Finalmente la función que vista desde los ojos del presente es capaz de resumir todas las demás, nuestro arte como lo señalaba Milan Ivelic y Gaspar Galaz en Chile Arte Actual cumple antes que todo una función testimonial, puesto que da luces de lo que fuimos en el pasado, de lo que realmente somos pero no nos atrevemos a admitir, podemos disfrazar en un lenguaje simbólico lo que esta padeciendo la sociedad, puede ser testimonio de la asimetría desarrollo-subdesarrollo, puede dar testimonio de nuestra identidad, en fin el arte nos puede brindar la posibilidad de ser como una especie de radiografía de la realidad de nuestro país, donde se dejan asomar las coyunturas y los quiebres de los que somos parte.
Bibliografía

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